Como te he contado, en este blog quiero compartir mi experiencia actual en Alemania, un país que respeto y admiro por sus decisiones basadas en educación, en la apertura de oportunidades a migrantes y sobre todo, por el valor moral de su gente, que frente a los estereotipos, son personas hospitalarias y agradecidas. Me enorgullece que México haya establecido una relación bilateral a través del recién concluido Año Dual Alemania- México y que nos sigamos enriqueciendo ambas partes de lo mucho que tenemos que ofrecer como naciones.

Mi opinión de hoy, va sobre el choque cultural, el cual es el proceso por el que pasamos todas las personas cuando cambiamos nuestro lugar de residencia o simplemente decidimos viajar a un entorno donde se desarrolla una cultura diferente a la propia. Algunos autores lo llaman “ajuste cultural” o “adaptación cultural”, pues las actitudes de las personas que nos rodean ya dejan de ser familiares, en casos más extremos como el mío, existió un cambio fuerte en el lenguaje y en el paisaje, aunado a la rutina y a los pequeños detalles que asumía como comunes en mi lugar de origen, dieron paso a un desconocimiento de las nuevas normas sociales del lugar a donde ahora me desenvuelvo; por lo que todo aquel que experimenta un choque cultural, enfrenta un proceso:
- La Luna de Miel
- Etapa hostil
- Ajuste gradual
- Adaptación e independencia

Cabe aclarar que cada individuo puede ser afectado de manera diferente y en tiempos diferentes. Hoy te quiero compartir el proceso que he estado enfrentando, adaptándolo con mi propia terminología debido a mi experiencia en mi nuevo hogar, Alemania:
- Brandenburger Tor
Esta fase comienza, cuando ponemos un pie en tierra prometida y ¡nos encanta! Como mexicana en Alemania, me sentí maravillada con todo lo que implica estar en este nuevo hogar, desde los detalles más mínimos como sonidos y olores, hasta paisajes y tradiciones. Es una etapa típica para los turistas, quienes van de paso; pero para aquellos que estamos conscientes de permanecer un tiempo indefinido, tenemos toda la energía para captar las similitudes y diferencias entre ambas culturas, y sobre todo la motivación del aprendizaje; en mi caso, la oportunidad de viajar por el país, experimentar y contar a mis seres queridos, la felicidad de alcanzar el sueño de estar aquí, en total es un sentimiento de triunfo, por eso he llamado a esta fase “La Puerta de Brandenburgo”.
- Currywurst
La pesadilla comenzó en forma de salchicha… blanca. Como amante de la comida mexicana, debo decir que mi crisis comenzó cuando el elote y los tacos desaparecieron del mapa. Sin embargo, esta etapa va más allá del no poderte preparar unas buenas enchiladas, gradualmente la euforia que experimentaste comenzará a disminuir, comienza la desorientación en cuanto a normas y costumbres, pero sobre todo inicia una fuerte frustración por el idioma. Aparecen los estereotipos en ambas direcciones, los prejuicios y una crisis de identidad. Por otro lado, cuando comienzas a formar relaciones en Alemania es fácil pensar que la gente local es fría e indiferente, comparas todo el tiempo precios, sabores, inclusive el clima, el cual tampoco ayuda si llegas en invierno, como en mi caso, y si además sumas que extrañas muchísimo tu hogar, tus amigos y el entorno en general, uno tiene dos opciones: adaptarse o regresar.
- Alles Klar.
Wie geht’s? Alles gut… y las sonrisas regresaron. En esta etapa (que vivo actualmente) la perspectiva ha cambiado y comienza a existir familiaridad con la nueva cultura y los valores aprendidos, si bien, no me siento como pez en el agua, sin duda cada situación es más fácil de sobrellevar. Hay menos sensaciones de soledad y aislamiento, pues el idioma va mejorando -como método de supervivencia- y notas que los alemanes no son fríos, simplemente no son tan cálidos como nosotros los latinos, aunque son increíblemente hospitalarios. Además, te das cuenta que ahora los locales muestran mayor respeto hacia ti, cuando notan tu interés por adaptarte a ellos: La integración no debería ser una calle de dirección única, pero como migrante, tienes que dar el primer paso. Cuando menos lo esperes, también te mostrarán entusiasmo por adaptarse a tus costumbres.
- Münster
Lo he llamado así, porque es una ciudad que deseo conocer y no he tenido la oportunidad de visitarla por ahora, así como aún no llego a esta etapa, donde los autores expertos en la materia, nos dicen que algún día, alcanzaré un alto nivel de confort y por fin comprenderé esos matices culturales, que a veces me hacen tropezar. Básicamente, hablan de pasar como un nativo y lograr sentirte en casa; ¡claro! sin dejar de echar de menos a amigos y familiares, pero ya habrá nuevos amigos y actividades que se habrán convertido en parte de la vida diaria. Sin duda, un cambio emocional fuerte, donde dejas de hacer comparaciones con tu país y el estilo de vida que llevabas allá, para dar paso a la plenitud de una nueva vida.
Para finalizar, debo agradecer al proceso de choque cultural que aún atravieso, por darme una visión más certera del país que me abrió los brazos y su realidad. Creo firmemente, que es necesario tomarse la molestia de conocer a cada persona como individuo, sin estereotipos, pues nadie debe categorizar a los alemanes y esperar de todos un comportamiento uniforme. Así como existimos mexicanos muy mexicanos, también los hay… muy poco.